sábado, 22 de enero de 2011

By Alejandra Fletcher Williams.

Esa es la razón por la que mi mente se mantenía ocupada. Pasé la mañana escondida por aquel extraño bosque, detrás de frondosos árboles que me mantenían ocultada del mundo, trasladándome a la fantasía en la que ahora me encontraba. No quería que nadie me descubriese, que viera mi rostro sin expresión por no tener nada claro. Aquello pretendía ser una manera de evadirme de lo que por un momento era un vida de ‘’decisiones’’. En ese momento no me apetecía pensar, decidir nada, no había nada que decir. Dicen que el tiempo lo cura todo, o quizás solo ralentiza el proceso de una historia que quizás ocurra, y que de él depende que se cumpla. Esto es solo una reflexion, recreada en lo más profundo de mi. Grité, esperando una respuesta que nunca llegaría, preguntas que siempre serían retóricas porque en momentos como ese no debían ser respondidas. Me despedí del hermoso paisaje que me acompañaba, iluminada por un sol que se ocultaba, siguiendo un camino que no sabía si tendría fin, mi historia y yo, unidas por un instinto inanimado que quizás jamás sería entendido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario